-Existen amores que se van
y nos dejan melancólicos. ¿Adónde se dirigen, Gerardo?
-¿El amor que se va? No sé.
Solo sé, que deja como el otoño, el alma llena de hojas amarillas. Oculta un mundo llena de pisadas, de caricias
y de recuerdos. Lo curioso es, que, del musgo triste aprisionado entre las
piedras del olvido, nacen de nuevo flores de esperanza.
-Gerardo, ¿Cómo crees que
sucede ese milagro?
- Mi querida Yoli, la
esperanza de encontrar nuevos amores es empujada por una melodía, por un poema
o por un viento que arranca cariño de las pasiones, que no poseen ni quieren
ser poseídas”.
- Gerardo, mañana debo
marcharme, pero volveré la semana que viene. Espero que sigamos viéndonos.
- Muy bien Yoli, esperaré
tu regreso con impaciencia. Tu compañía me transporta a un mundo feliz.
- A mí también. Algo
sucede. Me olvido de todo cuando estoy contigo. ¡Bueno! ... Dentro de siete
días estaré en la cafetería New Year, en la mesa y hora de siempre ¡Hasta
luego!
-¡Adiós!
Regresa pronto.
Un beso cargado de ardiente pasión selló la despedida.
Gerardo siguió la figura de la misteriosa Yoli hasta
que se perdió entre la gente que se apresuraba para coger el autobús urbano.
Llovía como el día que se conocieron. Pero ahora, una eternidad horrible se
estaba adueñando de su corazón. Temía que se apoderara de él, esa quietud
oscura de los recuerdos, que gritan desesperados, por recuperar los momentos
felices.
La semana anterior se habían conocido en la cafetería
de la calle Iris. Ella frecuentaba los bares del barrio; escribía en cuadernos
de notas. La gente suponía, que eran poemas y canciones de amor. Escuchaba con
atención, melodías que, de un mueble musical antiguo, surgían enmarañando el
ambiente de los primeros cafés de la mañana.
Gerardo le vio cuando ella miraba a través de la
ventana a la gente que, preocupada por sus problemas y por las gotas de lluvia,
apresuraba su paso por la avenida.
Contaban, que un día apareció por el barrio y nadie
sabía de donde había venido; nadie sabía con quién o de que vivía. Era un
encanto verla pasear por las
aceras, con un movimiento grácil de su cintura, entonando a media voz,
canciones de moda. Su mirada curiosa, despreocupada de la gente que le
admiraba, se paraba en todos los escaparates de las tiendas de ropa de mujer.
Ha transcurrido sin
pena ni gloria su jornada laboral. Gerardo pasea en la noche casi muda,
encantado del brillo de las calles; intenta coger colores de las estrellas, que parecen
disparados por arcos luminosos. Está quieto mirándolas. Piensa en Yoli:
“Cuerpo vagabundo
entre amores. Seducción, una y otra vez. Me vuelvo loco. ¡Qué huella tan
profunda me ha dejado! Sus perfiles me inundan con ansia de poseerla. Soy fuego
en carne trémula. Todos los minutos de todas las horas son un viaje al infierno
del placer frustrado”.
Han pasado siete
semanas. Ella no acudió a la cita en el New Year. El agua del estanque rodea la
fuente de la plaza, refleja las luces de neón y la expresión de dolor del
rostro de Gerardo. Ha cesado de caminar. Sin otra claridad que la de los
brillos de una soledad extrema, contempla sobre la palma de la mano, una
fotografía de su amada. Escruta una vez más los abismos del recuerdo, que
guardan besos de amor ciego, sensaciones que no caben en el alma. Al no poder
dar cobijo a tanto desengaño, su cuerpo se estremece como juncos entre el
viento huracanado. No le duele la soledad, le duelen los recuerdos.
Mira a su lado. De un
pálpito de la noche, sale un joven que le coge del brazo; tiene ojos tristes,
tan tristes como los suyos; le sonríe y le dice:
-Ven conmigo.
Se lo lleva
de la mano, atravesando una profunda oscuridad.
- ¿Eres la muerte? ¿Verdad? ¡Mejor! Ni un
gemido se oirá, ni una sombra quedará de mi tormento.
-No temas, soy un Cazador de Sueños. He
salido de los tuyos, para ayudarte. Tu corazón no deja de galopar duro, hondo,
desmoralizado. ¿Vas a esperar por más tiempo a esa mujer?
-Estoy llamándola una y otra vez para que regrese. Clamo a los cuatro
vientos que quiero verla.
-Nadie te oye. En los paisajes que se
dibujan en tus sueños, reina una profunda quietud. No hay nadie. Estás
prisionero de un amor imprevisible.
-Esperaré, resistiré la desgracia de no verla. Mientras, permaneceré en
compañía de la soledad, que sé que sí me ama, hasta que se realice el sueño de
estar otra vez a su lado.
-¿Cómo sabes que la soledad te quiere?
-Si la soledad me despacha de su lado, cosa
que no creo, pues somos viejos amigos, marcharé con la noche de la mano, por
los campos escarchados de sueños muertos, con la esperanza de que mi amor por
Yoli, ya no sea necesario para vivir.
-Gerardo, voy a desviarme de mi ruta. Iré en
busca de tu amada, ojearé en sus sueños. Oiré sus pensamientos y conoceré sus
intenciones hacia ti. Te traeré noticias.
-¿Dónde esta?
- No te preocupes, yo la encontraré.
-Ten mucha atención, ella es una burbuja,
pasará a tu lado y no te darás cuenta; si la ves y la tocas, explotará, la
perderás y no la volverás a ver más.
-Es como surgida de la ilusión ¿Verdad? -Le
dice sonriendo el Cazador de Sueños.
-No lo sé,
pero es algo muy extraño y profundo. Estoy atrapado y no parece que
tenga posibilidad alguna de salir.
- ¿Buscas acaso con tu mente humana, la
explicación de tu amor por ella?
- Estoy convencido de que es hermoso vivir
un amor que no tenga explicación. Que lo siniestro, es vivir sin amor. Que, el
que no ama, está en la oscuridad total. El tren de mi vida nunca había parado
en la estación de este amor que me destruye.
-La condición humana es extraña, es, como la
bruma incapaz de disiparse...
-Yo tampoco quiero desentrañar el enigma, mi
desconocido amigo.
-Pero... Vamos a ver, ¿Tal vez al contarle
los amores que habías tenido anteriormente, hizo que acudieran a su mente, como
caballos al galope, los torturadores celos?
-¿Por qué? Cuando yo la conocí, había pasado
tanto tiempo, que yo no era capaz de distinguir los amores que ocurrieron en
realidad, de los que nacieron de mi fantasía
- ¿Acaso no existieron ni unos ni otros?
-Los que fueron de verdad, fueron; Los que
fueron deseados, fueron tan hermosos y tiernos, que creí en su existencia
inmortal. ¿Quién es capaz de matar esos sueños? ... Nos encontraríamos solos.
Dime, extraño Ser, ¿Quién puede acusarme de provocar celos por amores
anteriores? Esta locura que tengo, espero que se termine con el regreso de
ella, si es que vuelve. Pero tengo miedo.
Gerardo que, bañado
por la Vieja Luna, está tumbado en el banco de la plaza, es zarandeado por un
guardia municipal.
-¿Estás bien muchacho? -Le saluda con
dos dedos de su mano derecha en la visera de la gorra.
-Sí, gracias. Me he dormido. Buenas noches.
Gerardo se aleja, pensando en el extraño sueño, hacia su
domicilio.
Los Cazadores de Sueños han apagado la lámpara del
Tiempo. La magnetita cristalina de sus cerebros se ha alineado en el campo
magnético del espacio sideral, y se han reunido en la Ciudad de las Estrellas.
Esta Ciudad es ilimitada, tiene sus propias
coordenadas. Por ellas caminan las fantasías y las ilusiones de todos los
seres. Viven los Cazadores, en un mundo que tiene su existencia al margen de
cualquier otro. Todos ellos, están
marcados por el destino que ellos mismos soñaron en sus existencias y caminan a
su encuentro.
Atho de Jazaria, el Cazador de Sueños, está contemplando desde
una ventana, que el paisaje de la huída no está puesto. Cerca, ve y oye a los
otros Cazadores que, como él, llegan para reponerse de sus cacerías.
La casa de reunión cósmica, tiene un reloj de sol en
la puerta que está parado; rosas de rocío adornan los ventanales; juncos verdes
en las aceras señalan las sendas de los vientos; a lo lejos, se divisa
numerosas montañas entre caminos azules; nubes bajas, sobre zarzas que arden
con los colores del alba; mares de hierba que mueren cerca de la nada. Más
allá, ningún sonido, ningún silencio. Nada.
¡Cuanta calma! Las flores regeneran perfumes que vienen de los
montes; las sombras de los abedules esmeralda rodean el edificio inventado por
los arquitectos de los ensueños; alguien está escribiendo historias de amor
bajo un cielo lleno de escarabajos de colores.
La mañana ya está llegando de su ausencia. Viene abriendo sus
grandes ojos verdes. Los dioses de una primavera única, elevan la tranquilidad
de los presentes a una calma intensa.
-Atho, ¿Tiene sentido
la vida? Me refiero a la vida de los seres humanos. ¿La muerte es un fin o un
simple tránsito? ¿Tiene algún significado el sufrimiento? ¿Nuestro destino,
como el de ellos, está sellado de antemano?
Este montón de preguntas agolpadas en el alma de
Rahika, salen atropelladas, hacía su amigo.
-Imagínate Rahika: En
una esquina, un vagabundo y su perro que ladra. Se encuentran lejos del sol que
acaricia los tejados; la calle oscura es
la vida; la mirada de ambos, la inteligencia de los seres; los tejados, el
egoísmo y la soberbia; el sol, la Divinidad, la suprema Verdad; nada es posible
si la Luz del Amor no llega a iluminar el alma de los humanos.
-¿Se nace para lo sagrado?
Rahika sigue pensando trascendente, y escucha las
palabras de Xurko, que posee esa sabiduría nacida de la soledad de las cumbres.
-Yo sí creo en la Vida que, partiendo del
Primer Amor, profanó el Misterio del Eterno Silencio, y perdió la Inmortalidad.
La vida cayó en la oscuridad. La situación desde entonces es desesperada. Los
humanos quedaron a merced de los dioses y de las súplicas. Pero... dejemos
estos asuntos transcendentes y hablemos de nuestras propias actividades.
Fruga, la Cazadora en los territorios de esperanza,
iluminando a todos con sus ojos dorados, dice:
-Atho,
cuéntanos como fueron los amores de Gerardo y Yoli.
Tras una pequeña pausa:
- Pues... cazando en
los sueños de Yoli aprendí, que dentro del ser humano existen zonas que no se
debe compartir con nadie, ni siquiera con el gran amor. Yoli tiene secretos de
una vida íntima muy vulnerables. Pudorosa unas veces y vergonzante otras, anida
secretos para su satisfacción o para su penitencia.
- ¿No le contó a Gerardo, a pesar de
que tanto le quería, la verdad sobre su pasado?
La ansiedad se hacía notar en la voz de Fruga.
-Querida, el amor
fascina, atrae poderosamente, sin él, los humanos no habrían despegado de los
simios. La mayor parte de los amores son
efímeros, engañosos, sin control. Entre los recuerdos de los viejos amores existen
mundos de soledad, están surcados por caminos de olvido. La paz no es compañera
del amor. Esta siempre entre dudas y tormentos. No se les enseña a amar, pasa
el tiempo, y, tampoco aprenden.
-Es todo tan extraño -dice
Rahika.
-El amor entre los
humanos, en el mayor parte de los casos, es hermoso pero efímero. En el caso de
Yoli y Gerardo... Los amores que anidaron en el corazón de ella antes de
conocer a él, eran de pasiones fuertes, pero tristes y breves. El que sentía
por Gerardo, destruía aquellos lazos. “De qué me sirve haber atesorado pasiones
increíbles, sin tengo que renunciar a ellas, por éste que parece ser para
siempre...” - pensaba cuando se
veían, y levemente aturdida por la mirada de Gerardo, contemplaba la devoción
de sus ojos, llenos de vitalidad y pasión. No tenía para ella ningún sentido,
era un movimiento raro, que sin querer, le estaba llenando de locura. Ella no
quería ser mujer de un solo hombre.
Y seguía pensando...
”Este es un amor
tranquilo, de los que no se pierden en las profundas grietas de la
oscuridad; luz protectora; pausa de bellos azules; deja ver alegría y conoce el
rostro de lo eterno. Los otros cuerpos que he conocido, están deformados de
aguantar tanta ruina moral de las caricias de mentira; amores que llueven sobre
paisajes sin memoria; hacen brotar escorpiones que devoran la frontera de la
verdad amorosa”.
Tras una pequeña pausa,
Atho prosigue:
-Hacía tiempo que a
Yoli las pasiones le asediaban. No creía ser merecedora del amor puro de
Gerardo.
Rahika, comenta:
-Creo amigo Atho, que
para todos llega el momento de dejar las pasiones, suave, muy suave, en ese
territorio, donde los humanos quieren ser ángeles, y a los antiguos amores que
se fueron tras otros cuerpos, no guardarles rencor. Yoli tiene derecho a
disfrutar del amor especial de Gerardo. Seguramente el sonido de sus amores
pasados le debía esclavizar, y no le dejaban sitio para el nuevo. ¿Qué hacer ante esta situación? ¿Fingir la
verdad o sincerar la mentira?
Seguía recordando Atho:
Estaba sentada Yoli en un banco del parque y, formando yo,
parte de sus pensamientos como interlocutor, se produjo este diálogo: “-Odio que seas así, siempre igual,
recibiendo amores retorcidos, encima no eres ni un poco viciosa -le increpé
“-¡Y tu qué sabes!
¿Moralidad inmutable? ¿Desprecio de los amores que no son puros?-contestó
irritada.
“-¿Sabes lo que puede
ocurrirte?...
“-No es necesario...
“- ... el cariño y la ternura, parece faltarles
a los hombres.
“-No soy pura, doy
libertad absoluta a los hombres para que me posean. No les pido nada a cambio.
“-¿Confías en los
hombres?
“-Siempre lo he hecho.
¡Siempre lo he hecho! Estoy siempre muy segura de mi misma.
“-¿No quieres recuperar
a Gerardo, verdadero amante, amante ideal, la magia de amor que soñaste de
niña?
“-La culpa es de los
primeros hombres que se acercaron a mí.
“-Pero... ¿Los amabas?
“-No.
Tras un corto silencio, prosigue:
Pasado cierto tiempo.
Una tarde de verano había tropezado con un vacío de amor. La serpiente de los
celos se retorcía sin dejarle pensar.
Se decía así misma:
“¿En qué hombre podré
confiar?
Y pensaba en Gerardo.
Por fin exclamó:
“¡Sí! Solo hay una
respuesta. No puedo dejar que el amor de Gerardo se convierta en una ruina.
Y decidió
volver.
Rahika curiosa, le pregunta:
-¿Pensó contarle su
vida de prostitución? O ¿Los ángeles que vigilan el futuro incrementaron el
poder del viento que atrae los olvidos?
-No, los
ángeles de pluma negra, no diferencian, no saben distinguir el olvido, del
recuero ni el dolor, del placer.
-¿Por qué pues, vigilan
el futuro de los hombres?
Fruga, no conoce el misterio de los ángeles que disponen los
caminos hacia el destino de cada uno de los humanos.
Atho impuesto en el conocimiento del último grado del
Misterio, le contesta:
-Llegará un día que los
humanos podrán viajar en el tiempo, viajar a su propio futuro. Pero... los
Ángeles Sombra, cortarán el paso. Irán colocando a la humanidad en la frontera
exacta, entre el presente y el futuro, que reconocerán como su casa y quedarán
allí para siempre.
-¿Será la oscuridad el
destino de los humanos?
Y Rahika exclama:
-¡Ya no habrá vida!
Atho se acomoda sobre su asiento entrelazando sus
dedos. Y prosigue:
-Hubo un Gran
Pensamiento. Alrededor existía la Eternidad. El Alma nació de ese Pensamiento.
Y el Alma se Expandió al Futuro. El pasado no existía para el Alma que nació
del Pensamiento. Con el Alma nació la Vida.
Las leyes
físicas hacen imposible construir una máquina que lleve a los humanos al
Futuro, a su futuro. Pero... existen otras leyes, no físicas, que nacidas del
Pensamiento, permiten -fuera ya del cuerpo- pasar al Futuro, viviendo el
Presente. Es la reducción de la Eternidad a la mínima expresión. Todo está en
ese momento infinitamente pequeño. El Pasado, el Presente y el Futuro, son la
Eternidad en un punto. Los Ángeles de Alas Negras, son el Punto.
- ¡Dejemos eso! ¿El
amor de Yoli tendrá un final feliz?
Al decir esto, Rahika apoya su cabeza en el hombro de Atho.
-En algún momento le
pregunté:
“-¿Le contarás tu vida
anterior?
“-Pertenezco a la gris
y asombrosa quietud de las mujeres liberadas por el olvido de los recuerdos de
los malos momentos. Rechazo los recuerdos de aventuras pasadas, porque, produce
desorden en los sentimientos de las nuevas amistades. Es posible que,
adormecida por la esperanza de encontrar otro amor, me acelere con los olvidos.
Todos esos recuerdos, guardados, me llevarían a la destrucción. Pero... ¿Cuándo
y cómo sabré cuál será el auténtico? No sé si renunciar a todos para siempre
esperar. Prefiero ir del bullicio al silencio. Encerrarme en mis pensamientos.
Atho sigue:
-Los pensamientos son vida
segura; las personas destrozadas se refugian en ellos. Así dominan por momentos
las quimeras que tiranizan su existencia.
Mientras tanto...
La escena tenía
encanto. Ella, con la sonrisa congelada y brillante, él, con rostro estúpido,
estaban llenos de felicidad.
En el escandaloso infierno de una noche de verano, crecía la
música en la plaza, mientras, el bullicio de la fiesta del barrio, se alejaba
por las callejuelas estrechas, llenas de profundos silencios hasta
entonces. Los tejados, las farolas, los
coches aparcados sobre las aceras y los portales de las casas, recogían los
últimos ecos. Las luces de las estrellas parecían caer dormidas como niños en
su cuna. Las sombras de los edificios, empujadas por la luz de la luna llena,
se alargaban tristemente, sin ruido.
¡Imposible borrar la magia de ese encuentro!
Yoli y Gerardo, no parecían estar en este mundo, ni,
en la alegría de la fiesta. Era un instante divino, un estallido de felicidad,
que transforma sus corazones en un éxtasis misterioso.
La tarde anterior, se habían encontrado en Alquezar,
lugar, que por motivos de trabajo, residía Gerardo. Era un día brillante, la
Colegiata que domina el pueblo, acariciada por el río Vero, resplandecía llena
de hermosura e historia.
Cuando Yoli estuvo cerca de su amor, sus ojos se llenaron de
lágrimas, y algo de esplendor del paisaje se fue rodando por sus mejillas.
Las montañas, con sus crestas, formaban castillos de
leyendas anteriores a los tiempos. El sol que caía por una línea infinita, daba
movimiento a las sombras de los árboles, que se ocultaban tras el paisaje
camino de un melancólico atardecer. Un aliento de aire enjugó la última lágrima
.Reflejó el dorado. Sonrió.
Transidos de melancolía, llenos de un silencio profundo e
inmenso, era posible sentir el amor que pasaba de uno a otro, como los sueños
felices transitan por las rutas inmortales que llevan a la morada de los
dioses.
No se debe reprimir el amor, como no se debe coartar la libertad.
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