14 febrero 2007

EPISTOLA DE AMOR


Querida Ana:
Quiero guirnaldas de besos entre tus dedos para que me los devuelvas cuando acaricias mi cuerpo con tus manos de alondra. Que tus ojos, paisajes de olivos y almendros, fértiles en sueños y misterios orientales, no dejen de mirarme.
Quiero estar a tu lado, único lugar donde el mundo carece de sombras. Bañarme en tu risa, donde un millón de cosquillas hacen tiritar de alegría. Que me estreches entre tus pechos que huelen a mies recién cortada.
Quiero por almohada tu vientre de luna, ternura y espuma blanca, para que mis sienes, preñadas de madrugadas soñadas, alumbren pensamientos de calma. Si tu lámpara de amor proyecta sobre los rincones de mi alma, la esperanza de la pequeña muerte, quiero morir hasta el alba.
Quiero ir contigo donde vayas. Si el destino te lleva a las estrellas antes que a mí, espérame donde van los sueños, a ese lugar remoto donde no se vuelve jamás, al otro lado del laberinto que existe en los confines de la soledad, allí nos transformaremos en un eterno silencio de amor. Mis pasos estarán siempre tras ese instante donde no se sabe si es el amor con su locura, que da un miedo terrible, o la pasión, conjuro de todas las magias, atormenta conocer la verdad de lo sentimientos.
Mientras se anda hacia el final, la gloria de poder volver a amar al otro lado, cierra las puertas a la desesperación.

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