
La corriente tranquila; sus anatomías transidas.
Y ahora el balanceo, perigeo de sus cuerpos, reciben el deleite sexual depositando secretos, de caricia en caricia, sobre la piel.
El bosque, virgen de luces de vieja luna, duerme siempre entre ellos.
Y se desdoblan; y eso les prepara para el estallido.
Nunca en ninguna parte se fueron entre nenúfares en busca de otros paraísos.
ATHO
11.09.2006
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