En los tiempos invisibles, en los cuales los poetas
trataban a los dioses, sabían que el contacto con lo divino es siempre
peligroso. Traspasar el portal del silencio interior, también lo es.
La felicidad es una ave migratoria, una mariposa, una nube, un estado
de la mente, es el sueño del desasosiego ¾no sé quien lo dijo¾ , no puede encontrarse fuera de uno.
Muchos van en busca de la riqueza, sin saber que es
una prostituta sin escrúpulos.
Todos luchamos contra el paso del tiempo -las horas
pasan rápidas como carrera de liebre- y tratamos de seducir y burlar al destino
sin razón alguna, pues, él no tiene favoritos.
Si despreciamos a los dioses, como el padre de los
Centauros, quedamos encadenados a una rueda de castigo por haber intentado
luchar contra nuestro destino.
¿Quién no ha pretendido conquistar a la diosa
guardiana de las manzanas de la juventud? y si no lo consigue, ¿No se ve
recluido en un círculo tenebroso?
Con la llegada de la aurora de los últimos días,
cansados de nadar en el tormentoso mar de la vida, ahogados, nos recogerá en
sus brazos, la diosa marina más oscura del océano, y nos llevará al otro lado.
“Los dioses son eternos, pero, para los hombres los
días están contados”.
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