14 abril 2011

AVENTURAS Y DESVENTURAS DE ALGUIEN QUE QUERÍA ESCRIBIR


¿Quién sabe escribir con palabras que entienda el bosque? Nadie. Y el bosque está triste. Quiero ser yo el escriba. Pero… dónde encontrar las palabras, sí, esas que el bosque lee. Ideas tengo muchas, pero, dónde están esas palabras.

Cuando a la vida, reina del pinar, le pregunté, se apartó, se ocultó en la hojarasca. Sí, era otoño. Y los pájaros se escondieron entre las ramas de los abetos. Y las últimas flores que adornaban el lindero que marca el camino sagrado, no contestó.

De repente, ahora, ya no quiero escribir. Ni un verso. Estas palabras no son su lenguaje. El musgo que oculta las ruinas de un castillo abandonado, ríe verde brillante, y ocultando las piedras, se libra de su soledad, y tiene suficiente.

Doy vueltas. No me acostumbro. Me voy. No quiero estar con mis ideas. Iré al encuentro del lago que está solo. Tal vez él… sí, seguro, él sabrá de las palabras que entiende el bosque.

Su maestra, la luna, la vieja luna. Ella escribe en silencio letras que reconoce el bosque, su amante.

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